Blog Alfredo Linares Argentina
Relatos.
El
Lecho de Procusto
(“El
Varón Castrado”)
Joseph Goebbels mano
derecha de Adolfo Hitler, ocupó el
cargo de “Ministro para la Ilustración Publica y la Propaganda” durante el III
Reich. La frase más famosa de Joseph Goebbels: “Miente, miente, miente
que algo quedará, cuanto más grande sea
una mentira más gente la creerá”.
Uno de numerosos
episodios creados durante varios años a partir de denuncias falsas prohijadas
por la Ley e instrumentadas por una “famosa abogada ARPÌA” (1) , para
satisfacer a una psicópata (2) y cobrar: ¿Mitómanas?... No: Mobbing – acoso moral -.
Una
mujer (inspirada en Damballah–Wedò: “Señor de los tesoros” de la
religión Haitiana) con su “abogada”(1); la esposa(2), acompañada
por dos familiares(3), amigas(4) y una dependiente fiel(5), con intenciones monetarias,
hizo una imputación inexistente afirmando que su marido(6) era un
ardiente violento y el Juez le decretó la expulsión inmediata del hogar y
la consecuente “perimetral” –carente de investigación ni prueba alguna- como lo dicta la
Ley que permite y acepta como válidas ¡¡denuncias falsas, sin más…!!
¿Qué le implicó dicha categorización?:
A)
Perimetral 1: El alejamiento a una distancia no menor a los trecientos
metros de la vivienda edificada por él para la familia y donde creó, además,
“su zona íntima, creativa”. Expulsión incuestionable de su hogar y con lo
puesto, rapidito, mientras vigila un policía!
B)
Perimetral 2: Prohibición de concurrir a un bien propio que
administra. Allí, la acusadora, ocupa sin derecho un lugar comercial de
privilegio, negándose a retirarse.
C)
Perimetral 3: Como en cualquier otro lugar del mundo donde se pueda encontrar
ella, observando los 300 metros de distancia.
D) Le
trabó embargo sobre sus ingresos durante varios años y trató de retener
para sí, también, el bien propio del entonces marido. Al momento de
recuperar lo embargado, luego del pago de honorarios y el efecto inflacionario,
lo percibido resulto irrisorio; acrecentada, además, la deuda impositiva a
nivel astronómico.
("Chauchas y palitos")
La
calumnia, dice Maquiavelo: “Es un poderoso recurso en las manos de los
ambiciosos/as.”
(“Sin
derecho al pataleo”)
Fue
sometido a varios psicodiagnósticos:
1) -Dos
ordenados por el “juez”.
2) -Otro
aportado por la parte acusada.
3) -Un
cuarto pedido por el imputado y que lo fuera por una junta de notables del
Poder Judicial.
4) -El
de una psicóloga de prestigio (durante varias semanas de sesiones) solicitado
personalmente por el demandado .
¡Ninguno
de los informes, abundantes en tecnicismos, revelan características de
violencia!
Pasados
varios largos años, el infortunado, luego de leer “El hombre en busca de
sentido” del gran psiquiatra Viktor Frankl, quien en época del
nazismo por ser judío lo apresaron y trasladado a campo de
concentración. Al llegar a la estación de Auschwitz fue “desvestido”
física y psíquicamente, cambiándole su identidad por un numero tatuado en el
brazo (cómo el número, del expediente) Es así que el “culpable” se vio
impelido a buscar alivio en los escritos de Lèvi Strauss en “Mitologías” y
“Pensamiento Salvaje”.
Cansado
ya de lo “ritual decorativo” que acontece desde el bautizo, acude a su memoria
el transcendental sincretismo afroamericano de la religión Vudú con fuerzas
vitales y el ritmo musical de los tambores: quienes invocan al
intercesor “Loas”: el “Dios que abre las barreras”, para que se haga
justicia.
Es
urgente poder ingresar al “único bien propio” y su principal fuente de
ingresos. Una parte de ese lugar es el que invade en forma indebida
la mujer que en léxico inelegante se señala como “una ocupa”. Además, desde
allí proclama injurias, amenazas y denuncias en contra de su ex
marido. Edificio que, por más de tres años, fue abandonado a su suerte por
ausencia –obligada- de su dueño y administrador; acumulándose impuestos y otras
obligaciones por una importante cantidad, impaga: ¡¡La perimetral…!!.
(“Dineros del
sacristán, cantando se vienen y cantando se van”)
____________
¡¡Pasados
varios años solicitando volver a trabajar en su propiedad, las apelaciones
dieron resultado!!: Suena el teléfono celular, es una llamada del letrado.
-Hola.
-Hola.
–Contesta.
-Tiene
que venir ¡YA! al juzgado. Es por la perimetral.
-¡¡Buenísimo,
Voy!!
(“El parto de los montes”)____________
Parte
en automóvil. Necesariamente pasa por la zona del Complejo Comercial que
edificó con ahorros de su profesión antes de casarse y lo administraba. Desde
la sentencia de alejamiento forzoso tiene que transitar
por calles alejadas de su hogar y también del lugar de trabajo. El
Juez, ante la delirante denuncia de que el individuo es “peligroso
en cuestión de terror de género” -varón contra mujer- como está instalado en la
sociedad, acostumbrada por la realidad de la locura masculina: los terribles
femicidios y desconociendo las estadísticas que revelan que hay una mujer
psicópata por cada tres o cuatro hombres de igual o peor calaña(a) le
impuso la “perimetral”. Como se dijo:
-Por
un lado, el no acercamiento a la casa familiar, la que construyó él sobre un
terreno de ella.
-Por
el otro, al citado bien propio del acusado, por ser este el lugar
donde ella ocupa en forma ilegal y gratuita parte importante del inmueble ¡!
(“Gozando
de la fresca viruta”)
Finalmente,
no puede acercarse a cualquier lugar del mundo donde ella pudiera
estar. En consecuencias el denunciado, desde hacen años, no
se puede aproximar al territorio de su propiedad ni a la vivienda y
debe fisgonear antes de entrar a cualquier parte: no vaya a ser que esté la
denunciante y sea apresado.
(“Más
vale rodear que mal pasar”)
¡Nunca
se presentó prueba alguna de las atrocidades que le
endilgan periódicamente en sede policial y judicial fisgoneada por la
“especialista”!: solo imputaciones embusteras. No obstante el castigo debe
cumplirse so pena de ir a un calabozo por desobediencia.
¡Y
siempre, con el temor del encuentro accidental!
(“Al
peligro, con tiento, y al remedio, con tiempo”)
…
Ya en
sede judicial ingresa esquivando un enjambre de abogados y público hasta llegar
a la mesa de entradas del Juzgado. (Implora a “Ogùm, Señor de las
tormentas”). En diez minutos llega a sus manos el escrito que tanto anheló
durante varios años, el que le permite ingresar a su
abandonada propiedad. El pliego es leído y releído. Siente un enorme
alivio. Una brisa celestial absolutoria depura la mañana. Ocurre luego de
largos años del inicio de la primera cruzada: la reconquista del bien propio.
(“La
mar en coche”)
Muchas
veces esta argucia es prolijamente organizada por un feroz equipo
compuesto por: la mujer, una “letrada” sin parámetros éticos ni
morales (“Ser unas pérfidas”) y otras más: profesionales de la
salud mental, amigas, gratificadas, etc.
(“El
dinero no tiene olor”)
Ocurre
otro “prodigio”: Familiares muy cercanos a la querellante y amigas -propuestas
como testigos- no asisten a ninguna de las audiencias citadas para legitimar en
contra del acusado.
(“NO
vender el alma al diablo”)
Según
la interpretación del equipo consultado, conducido por un versado
psicólogo dedicado a violencia de género, llegaron a un veredicto:
“El móvil de la inculpación puede ser la declaración de *insania*
para acaparar, de esta forma, la totalidad de bienes (los agenos y
gananciales) y buscar un lugar de internación para el despojado”. El apremiante
consejo del equipo fue: “Pida mañana mismo el divorcio…” Cuestión
que se cumple en forma cabal e inmediata.
(“Manos
duchas comen truchas”)
Según
la internacionalmente famosa especialista francesa en este tema: Dra.
Mary France Hirigoyen: (b) se trata del “acoso
psicológico”; minuciosa y cruelmente dispuesto por la “abogada”, su clienta
y las otras personas. ¡Un pillaje!
(“Aunque
las monas se vistan de seda, monas se quedan”)
____________
-¿Quiere
decir que ya puedo ingresar a mi trabajo? –Pregunta.
-Exactamente.
–Afirma el letrado..
-¿Seguro?
-Sí.
-Pero
hoy no. Tienen que notificar a la otra parte. ¿Mañana entonces? –razona.
-Sí.
Mejor.
-Gracias.
-Después
me cuentas…
-Claro…
¡Aleluyaaas…! -Sale
disparado del enorme edificio judicial.
(Con
las glorias se olvidan las memorias”)
A las
dos de la mañana, enredado en las sábanas de la cama del dormitorio que
alquila, sigue despierto imaginando lo que acontecería en el debut. Aguarda,
las ocho de la madrugada, se apronta, saca el automóvil y se dirige al lugar.
Estaciona en la parte trasera del Complejo, sobre la salida de la otra calle:
“por si acaso…”
¡¡Entra!!
(“La
suerte está echada”)
Al
ingresar observa aquello que supo construir con tenaz esfuerzo (mientras
trabajaba en el hospital de San Salvador de Jujuy y consultorio particular en
esa ciudad). Discurre por el fondo, abre la puerta de su oficina con la
llave de entonces: funciona bien, todo está como era en aquel tiempo, advierte
que el bolígrafo de color rojo permanece encima del escritorio, la
silla corrida como en las retiradas; imbuido de una paz infinita se
sienta, en silencio recorre lugares y recuerdos. Una delgada capa de
polvo celebra la ausencia.
(“A
buen callar llaman Sancho”)
Pérfidas:
Antes
de que le hiciera la demanda pretende (con instrucciones de la “experta
letrada”) practicar un desarme psicológico: Es sometido a múltiples
provocaciones: en voz baja, la cónyuge, pronuncia agravios varios
buscando respuestas violentas y que lleguen a oídos de la empleada doméstica o
se graben en un discreto micrófono oculto; al arribar a lugares concurridos,
igual estrategia, (seguramente con igual método). También pinchaduras
telefónicas, batidores y hasta una misteriosa toma fotográfica al automóvil
estacionado donde alquila para vivir (por parte de una mujer, hecho que
presenció y le comunica el vecino. Como corolario, y a consecuencia del extraño
evento fotográfico ocurrieron, pocos días después en otra ciudad, dos
consecutivos destrozos de vidrios del vehículo con la “desaparición”
de todos los documentos y las escrituras originales destinadas al juicio:
Patoterismo variopinto, pillaje general y asociación ilícita: ¡¿Demolición
psicológica?! (Los acontecimientos son denunciados en la seccional policial,
los vidrios reemplazados en “Blanco Vidrios”., los documentos buscados en los
archivos oficiales y reeditados por una eximia escribana).
(“No
hay enemigo pequeño”)
Camina
el pasillo central, recorre con la mirada los locales, redescubre a los
inquilinos; llueven saludos solidarios… Están todos los que eran años atrás.
(Obras
son amores, y no buenas razones)
Regresa
hasta su vehículo, para ubicarlo en la avenida, frente al edificio. Arranca y
avanza en forma lenta. Le llama la atención un patrullero que divisa por el
espejo retrovisor: acelera, acelera el patrullero; frena, frena...
¿Seguimiento? En la vereda derecha, unos metros más adelante, dos agentes de a
pie no le sacan la mirada de encima. Para el automóvil, baja el
vidrio, abre la puerta, desciende y se aproxima a los uniformados.
-Hola.
–Saluda y advierte confusión entre los policías. Piensa: “¿Quién los llamó?”
“¿Qué acaso esperaban que salga huyendo?”. ¡Silencio total!…
Finalmente un
funcionario se anima:
-Buen…
Buen día...
-¿Necesitan
algo? –Les responde.
-No.
No… Nada… –Contesta, ahora, totalmente desorientados.
-¡Como
los veo que me siguen con la mirada y además un patrullero viene por detrás…!!
-No…
No… No pasa nada. –Concluye el de mayor graduación. Sube al automóvil y
continúa su trayectoria más tranquilo.
(“No
entender ni jota”)
Iniciar
un recorrido de reconocimiento por el barrio y se detiene cerca de la
comisaría, efectivamente no pasa nada. Gira en la esquina y termina
estacionando al frente del Complejo, baja y se dirige a uno de los locales.
Allí está el inquilino que le dio una mano durante su “eclipse obligada”.
Transcurrió con él un buen rato enterándose de lo acontecido en tanto tiempo.
Al salir de la oficina; ante su sorpresa, ahora se encuentra con cuatro
policías en la puerta, dos son mujeres, una de ellas lo interroga:
-Usted
es…
-Si
yo soy. ¿Necesitan algo?
-Tiene
que acompañarnos a la Seccional.
-¿Qué
pasa?
-Usted
no puede estar aquí. Debe acompañarnos. Es una orden.
En la
entrada del Complejo divisa un enjambre vigilante que mira lo que acontece,
ahora también aparece el patrullero. Aquello raya en lo desopilante: ¿mil
policías contra un despistado ciudadano que no acierta a entender para quien
era aquel avispero color azul.
(“Se
armó la gorda”)
Silencio…
Piensa… Mira a la concurrencia. Abre el portafolio y extrae la orden
libertaria del juzgado: la que autoriza su ingreso al Complejo. Extiende
la notificación a una de las uniformadas quien lo lee y vuelve a releer,
luego la entrega a su compañera que repasa en voz baja lo
dispuesto; el gesto oscila entre severo marcial a blando maternal. Por fin pasa
la cédula al resto del equipo, el pliego va y vuelve entre ellos; opera una
desorientación. La que ordenara que lo acompañe a la comisaría permanece
inmóvil. (Como Edith la esposa de Lot, convertida en sal).
¡¡Desconcierto,
irresolución, perplejidad!!
Ante
el escenario el propio “liberado” resuelve poner orden:
-No
hay problema señorita agente, vamos a la comisaría. Ahora soy yo que quiere ir.
–Les comunica. ¡Se siente esclarecido! Invita a uno de ellos a trasladarse en
su vehículo. (Luego de un cenáculo policial en la vereda, el patrullero
desaparece).
En
las dependencias de la Seccional lo hacen pasar a una habitación. Un policía
está detrás del escritorio; le pide que se siente, no habla al
principio y se muestra como distraído.
Finalmente
rompe el silencio:
-Yo
también tuve dos divorcios. –Comenta despreocupado mirando la puerta.
Ahora
el turbado es el visitante: “¿Cómo sabía este señor que cargo con dos
separaciones? ¿Me tira la lengua? ¿Es un ‘semblanteador’? ¿Qué pretende?”
Piensa. Finalmente se decide a contar el entuerto:
-¿Usted
conoce al psicólogo que escribe una columna en el diario…? –Le pregunta al
policía.
-Sí.
–Responde.
-¿Y
al equipo que trabaja con el…?
-Sí.
-Bueno.
Le cuento: hacen varios años, cuando recibí la primera notificación que me
obligó a salir de mi hogar inmediatamente y como no entendía nada de nada, fui
a ver a ese psicólogo; él dirige el conjunto de abogados y licenciados que
trabajan temas de violencia de género. Luego de leer la cédula que
recibí en mí casa, repasó detenidamente en voz alta la
acusación. Luego de algunos comentarios concluyó: “Tienes que pedir
mañana mismo el divorcio”.
(“Boda
y mortaja del cielo bajan”).
Y
continúa el experto consultado: “Podría ocurrir que pretenda declararte insano,
esto haría para quedarse con la administración de todos los bienes: propios y
gananciales; luego te buscaría un lugar para que vivas: Una extrañación”.
Dictamina.
(“Si
buen consejo tomara, otro gallo le cantara”)
“Es
conveniente que, mañana mismo, gestiones el divorcio; para eso puedes ver al
abogado..."
(“Metele
que son pasteles”)
Terminado
su relato espera que diga algo el policía. Callado, con gesto diferente,
permanece en el escritorio mirando la pared, pensativo… El
silencio se impuso. De pronto entra una oficial que le entrega, en mano,
un manuscrito de una carilla que lee en silencio (21). El
visitante pide ver la comunicación; “no es permitido hacerlo” responde.
-¿Sabe
quiénes están en la habitación de la izquierda? –Se confiesa el funcionario.
-¿Quién?
-La
señora, viene con su hijo desde el Complejo.
-¡¡Nooo…!!
¡No me diga! ¿Ella estaba en los locales? ¡¡Y por la mañana no puede!! ¿Y qué
hace aquí?
-Bueno,
ahora lo denuncia porque no cumplió con la perimetral, solicita que lo
arresten. –Silencio… Y continúa:
-Viene
con frecuencia a exponer contra usted.
-¡¡¡Otras
mentiras!!!
(“La
mano de Dios”)
-¡No
puedo creer! –Exclama el acusado.
-No
hace caso a la autorización que dio ayer el Juez para que usted sí pueda
ingresar por las mañanas y ella no.
-¡¡BUENÍSIMO!!
Incurre en “desobediencia judicial”, tiene prohibido concurrir por las mañanas.
Hoy es sábado y son las once y media. ¡¡No cumple la orden del Juez!!
-No
se haga ilusiones, no pasará nada…
(¿“La
letra con sangre entra”?)
La
despedida fue hasta cordial, solo falto el beso de cortesía. Con cien quilos de
menos, salió solo, sin custodia.
(“Poner
los pies en Polvorosa”)
Se
dirigió nuevamente al Complejo. Al ingresar lo llama uno de los inquilinos:
-Por
favor, venga. Entremos al estudio.
-Sí,
Como no. ¿Qué pasa?
-Cuando
usted llegó y fue para atrás, salió la Sra. y en la vereda comenzó a vociferar
en forma violenta un montón de cosas, uno de los tantos gritos, y que me llamó
la atención, fue: “¡Aquí no entra nadie…!” ¡Estaba desorbitada! No sé a qué se
refería. Después llamó por celular y apareció el patrullero policial con un
montón de agentes. Lo buscaban a usted.
(“Está
hecha un basilisco”)
-No
se haga problema, fui a la seccional policial y todo está solucionado.
Tranquilícese, ya terminó. Fui para explicar. Es la estrategia de la
otra parte: provocar violencia y luego inculparme (Proyección)…
-¡Sí,
sí…!
-Nos
vemos a diario por las mañanas.
-Me
quedo tranquilo…
"Decíamos
ayer…" (Fray Luis de León al regresar a la cátedra después de
cinco años de ostracismo impuesto por La Inquisición por traducir Cantar de los
Cantares del hebreo al castellano).
Pasados
pocos días y sin invocación alguna, recibió una bendición: el invalorable apoyo
de su primera esposa, abogada y jueza de familia que vino para acompañarlo con
su cariño, ayuda y saberes…
(Suenan
tambores Vudú invocando al Gran Bua)
____________
“Les
gens que vous tuez se portent assez bien”.
(Aquellos
que usted mata andan bastante bien. –Acto VI, escena II. “Le Menteur”-)
__________
(“Dios
no juega a los dados”- Einstein -)
___________
(“Renacer
de las cenizas”- Ave Fénix -)
(1), (2), (3), (4), (5), (6), ( ). En otro de los relatos.
Blog Alfredo Linares Argentina
Relatos.
El
Lecho de Procusto
(“El
Varón Castrado”)
Joseph Goebbels mano
derecha de Adolfo Hitler, ocupó el
cargo de “Ministro para la Ilustración Publica y la Propaganda” durante el III
Reich. La frase más famosa de Joseph Goebbels: “Miente, miente, miente
que algo quedará, cuanto más grande sea
una mentira más gente la creerá”.
Uno de numerosos
episodios creados durante varios años a partir de denuncias falsas prohijadas
por la Ley e instrumentadas por una “famosa abogada ARPÌA” para
satisfacer y cobrar a una psicópata: ¿Mitómanas?... No: Mobbing – acoso moral -.
Una
mujer(1) (inspirada en Damballah–Wedò: “Señor de los tesoros” de la
religión Haitiana), con su “abogada”(2); la esposa, acompañada
por dos familiares(3), amigas(4) y una dependiente fiel(5); con intenciones monetarias,
hizo una imputación inexistente afirmando que su marido(6) era un
ardiente violento y el Juez le decretó la expulsión inmediata del hogar y
la consecuente “perimetral” –carente de investigación ni prueba alguna- como lo dicta la
Ley que permite y acepta como válidas ¡¡denuncias falsas, sin más…!!
¿Qué le implicó dicha categorización?:
A)
Perimetral 1: El alejamiento a una distancia no menor a los trecientos
metros de la vivienda edificada por él para la familia y donde creó, además,
“su zona íntima, creativa”. Expulsión incuestionable de su hogar y con lo
puesto, rapidito, mientras vigila un policía!
B)
Perimetral 2: Prohibición de concurrir a un bien propio que
administra. Allí, la acusadora, ocupa sin derecho un lugar comercial de
privilegio, negándose a retirarse.
C)
Perimetral 3: Como en cualquier otro lugar del mundo donde se pueda encontrar
ella, observando los 300 metros de distancia.
D) Le
trabó embargo sobre sus ingresos durante varios años y trató de retener
para sí, también, el bien propio del entonces marido. Al momento de
recuperar lo embargado, luego del pago de honorarios y el efecto inflacionario,
lo percibido resultó irrisorio; acrecentada, además, la deuda impositiva a
nivel astronómico.
("Chauchas y palitos")
La
calumnia, dice Maquiavelo: “Es un poderoso recurso en las manos de los
ambiciosos/as.”
(“Sin
derecho al pataleo”)
Fue
sometido a varios psicodiagnósticos:
1) -Dos
ordenados por el “juez”.
2) -Otro
aportado por la parte acusada.
3) -Un
cuarto pedido por el imputado y que lo fuera por una junta de notables del
Poder Judicial.
4) -El
de una psicóloga de prestigio (durante varias semanas de sesiones) solicitado
personalmente por el demandado .
¡Ninguno
de los informes, abundantes en tecnicismos, revelan características de
violencia!
Pasados
varios largos años, el infortunado, luego de leer “El hombre en busca de
sentido” del gran psiquiatra Viktor Frankl, quien en época del
nazismo por ser judío lo apresaron y trasladado a campo de
concentración. Al llegar a la estación de Auschwitz fue “desvestido”
física y psíquicamente, cambiándole su identidad por un numero tatuado en el
brazo (cómo el número, del expediente) Es así que el “culpable” se vio
impelido a buscar alivio en los escritos de Lèvi Strauss en “Mitologías” y
“Pensamiento Salvaje”.
Cansado
ya de lo “ritual decorativo” que acontece desde el bautizo, acude a su memoria
el transcendental sincretismo afroamericano de la religión Vudú con fuerzas
vitales y el ritmo musical de los tambores: quienes invocan al
intercesor “Loas”: el “Dios que abre las barreras”, para que se haga
justicia.
Es
urgente poder ingresar al “único bien propio” y su principal fuente de
ingresos. Una parte de ese lugar es el que invade en forma indebida
la mujer que en léxico inelegante se señala como “una ocupa”. Además, desde
allí proclama injurias, amenazas y denuncias en contra de su ex
marido. Edificio que, por más de tres años, fue abandonado a su suerte por
ausencia –obligada- de su dueño y administrador; acumulándose impuestos y otras
obligaciones por una importante cantidad, impaga: ¡¡La perimetral…!!.
(“Dineros del
sacristán, cantando se vienen y cantando se van”)
____________
¡¡Pasados
varios años solicitando volver a trabajar en su propiedad, las apelaciones
dieron resultado!!: Suena el teléfono celular, es una llamada del letrado.
-Hola.
-Hola.
–Contesta.
-Tiene
que venir ¡YA! al juzgado. Es por la perimetral.
-¡¡Buenísimo,
Voy!!
(“El
parto de los montes”)
____________
Parte
en automóvil. Necesariamente pasa por la zona del Complejo Comercial que
edificó con ahorros de su profesión antes de casarse y lo administraba. Desde
la sentencia de alejamiento forzoso tiene que transitar
por calles alejadas de su hogar y también del lugar de trabajo. El
Juez, ante la delirante denuncia de que el individuo es “peligroso
en cuestión de terror de género” -varón contra mujer- como está instalado en la
sociedad, acostumbrada por la realidad de la locura masculina: los terribles
femicidios y desconociendo las estadísticas que revelan que hay una mujer
psicópata por cada tres o cuatro hombres de igual o peor calaña(a) le
impuso la “perimetral”. Como se dijo:
-Por
un lado, el no acercamiento a la casa familiar, la que construyó él sobre un
terreno de ella.
-Por
el otro, al citado bien propio del acusado, por ser este el lugar
donde ella ocupa en forma ilegal y gratuita parte importante del inmueble ¡!
(“Gozando
de la fresca viruta”)
Finalmente,
no puede acercarse a cualquier lugar del mundo donde ella pudiera
estar. En consecuencias el denunciado, desde hacen años, no
se puede aproximar al territorio de su propiedad ni a la vivienda y
debe fisgonear antes de entrar a cualquier parte: no vaya a ser que esté la
denunciante y sea apresado.
(“Más
vale rodear que mal pasar”)
¡Nunca
se presentó prueba alguna de las atrocidades que le
endilgan periódicamente en sede policial y judicial fisgoneada por la
“especialista”!: solo imputaciones embusteras. No obstante el castigo debe
cumplirse so pena de ir a un calabozo por desobediencia.
¡Y
siempre, con el temor del encuentro accidental!
(“Al
peligro, con tiento, y al remedio, con tiempo”)
…
Ya en
sede judicial ingresa esquivando un enjambre de abogados y público hasta llegar
a la mesa de entradas del Juzgado. (Implora a “Ogùm, Señor de las
tormentas”). En diez minutos llega a sus manos el escrito que tanto anheló
durante varios años, el que le permite ingresar a su
abandonada propiedad. El pliego es leído y releído. Siente un enorme
alivio. Una brisa celestial absolutoria depura la mañana. Ocurre luego de
largos años del inicio de la primera cruzada: la reconquista del bien propio.
(“La
mar en coche”)
Muchas
veces esta argucia es prolijamente organizada por un feroz equipo
compuesto por: la mujer, una “letrada” sin parámetros éticos ni
morales (“Ser unas pérfidas”) y otras más: profesionales de la
salud mental, amigas, gratificadas, etc.
(“El
dinero no tiene olor”)
Ocurre
otro “prodigio”: Familiares muy cercanos a la querellante y amigas -propuestas
como testigos- no asisten a ninguna de las audiencias citadas para legitimar en
contra del acusado.
(“NO
vender el alma al diablo”)
Según
la interpretación del equipo consultado, conducido por un versado
psicólogo dedicado a violencia de género, llegaron a un veredicto:
“El móvil de la inculpación puede ser la declaración de *insania*
para acaparar, de esta forma, la totalidad de bienes (los agenos y
gananciales) y buscar un lugar de internación para el despojado”. El apremiante
consejo del equipo fue: “Pida mañana mismo el divorcio…” Cuestión
que se cumple en forma cabal e inmediata.
(“Manos
duchas comen truchas”)
Según
la internacionalmente famosa especialista francesa en este tema: Dra.
Mary France Hirigoyen: (b) se trata del “acoso
psicológico”; minuciosa y cruelmente dispuesto por la “abogada”, su clienta
y las otras personas. ¡Un pillaje!
(“Aunque
las monas se vistan de seda, monas se quedan”)
____________
-¿Quiere
decir que ya puedo ingresar a mi trabajo? –Pregunta.
-Exactamente.
–Afirma el letrado..
-¿Seguro?
-Sí.
-Pero
hoy no. Tienen que notificar a la otra parte. ¿Mañana entonces? –razona.
-Sí.
Mejor.
-Gracias.
-Después
me cuentas…
-Claro…
¡Aleluyaaas…! -Sale
disparado del enorme edificio judicial.
(Con
las glorias se olvidan las memorias”)
A las
dos de la mañana, enredado en las sábanas de la cama del dormitorio que
alquila, sigue despierto imaginando lo que acontecería en el debut. Aguarda,
las ocho de la madrugada, se apronta, saca el automóvil y se dirige al lugar.
Estaciona en la parte trasera del Complejo, sobre la salida de la otra calle:
“por si acaso…”
¡¡Entra!!
(“La
suerte está echada”)
Al
ingresar observa aquello que supo construir con tenaz esfuerzo (mientras
trabajaba en el hospital de San Salvador de Jujuy y consultorio particular en
esa ciudad). Discurre por el fondo, abre la puerta de su oficina con la
llave de entonces: funciona bien, todo está como era en aquel tiempo, advierte
que el bolígrafo de color rojo permanece encima del escritorio, la
silla corrida como en las retiradas; imbuido de una paz infinita se
sienta, en silencio recorre lugares y recuerdos. Una delgada capa de
polvo celebra la ausencia.
(“A
buen callar llaman Sancho”)
Pérfidas:
Antes
de que le hiciera la demanda pretende (con instrucciones de la “experta
letrada”) practicar un desarme psicológico: Es sometido a múltiples
provocaciones: en voz baja, la cónyuge, pronuncia agravios varios
buscando respuestas violentas y que lleguen a oídos de la empleada doméstica o
se graben en un discreto micrófono oculto; al arribar a lugares concurridos,
igual estrategia, (seguramente con igual método). También pinchaduras
telefónicas, batidores y hasta una misteriosa toma fotográfica al automóvil
estacionado donde alquila para vivir (por parte de una mujer, hecho que
presenció y le comunica el vecino. Como corolario, y a consecuencia del extraño
evento fotográfico ocurrieron, pocos días después en otra ciudad, dos
consecutivos destrozos de vidrios del vehículo con la “desaparición”
de todos los documentos y las escrituras originales destinadas al juicio:
Patoterismo variopinto, pillaje general y asociación ilícita: ¡¿Demolición
psicológica?! (Los acontecimientos son denunciados en la seccional policial,
los vidrios reemplazados en “Blanco Vidrios”., los documentos buscados en los
archivos oficiales y reeditados por una eximia escribana).
(“No
hay enemigo pequeño”)
Camina
el pasillo central, recorre con la mirada los locales, redescubre a los
inquilinos; llueven saludos solidarios… Están todos los que eran años atrás.
(Obras
son amores, y no buenas razones)
Regresa
hasta su vehículo, para ubicarlo en la avenida, frente al edificio. Arranca y
avanza en forma lenta. Le llama la atención un patrullero que divisa por el
espejo retrovisor: acelera, acelera el patrullero; frena, frena...
¿Seguimiento? En la vereda derecha, unos metros más adelante, dos agentes de a
pie no le sacan la mirada de encima. Para el automóvil, baja el
vidrio, abre la puerta, desciende y se aproxima a los uniformados.
-Hola.
–Saluda y advierte confusión entre los policías. Piensa: “¿Quién los llamó?”
“¿Qué acaso esperaban que salga huyendo?”. ¡Silencio total!…
Finalmente un
funcionario se anima:
-Buen…
Buen día...
-¿Necesitan
algo? –Les responde.
-No.
No… Nada… –Contesta, ahora, totalmente desorientados.
-¡Como
los veo que me siguen con la mirada y además un patrullero viene por detrás…!!
-No…
No… No pasa nada. –Concluye el de mayor graduación. Sube al automóvil y
continúa su trayectoria más tranquilo.
(“No
entender ni jota”)
Iniciar
un recorrido de reconocimiento por el barrio y se detiene cerca de la
comisaría, efectivamente no pasa nada. Gira en la esquina y termina
estacionando al frente del Complejo, baja y se dirige a uno de los locales.
Allí está el inquilino que le dio una mano durante su “eclipse obligada”.
Transcurrió con él un buen rato enterándose de lo acontecido en tanto tiempo.
Al salir de la oficina; ante su sorpresa, ahora se encuentra con cuatro
policías en la puerta, dos son mujeres, una de ellas lo interroga:
-Usted
es…
-Si
yo soy. ¿Necesitan algo?
-Tiene
que acompañarnos a la Seccional.
-¿Qué
pasa?
-Usted
no puede estar aquí. Debe acompañarnos. Es una orden.
En la
entrada del Complejo divisa un enjambre vigilante que mira lo que acontece,
ahora también aparece el patrullero. Aquello raya en lo desopilante: ¿mil
policías contra un despistado ciudadano que no acierta a entender para quien
era aquel avispero color azul.
(“Se
armó la gorda”)
Silencio…
Piensa… Mira a la concurrencia. Abre el portafolio y extrae la orden
libertaria del juzgado: la que autoriza su ingreso al Complejo. Extiende
la notificación a una de las uniformadas quien lo lee y vuelve a releer,
luego la entrega a su compañera que repasa en voz baja lo
dispuesto; el gesto oscila entre severo marcial a blando maternal. Por fin pasa
la cédula al resto del equipo, el pliego va y vuelve entre ellos; opera una
desorientación. La que ordenara que lo acompañe a la comisaría permanece
inmóvil. (Como Edith la esposa de Lot, convertida en sal).
¡¡Desconcierto,
irresolución, perplejidad!!
Ante
el escenario el propio “liberado” resuelve poner orden:
-No
hay problema señorita agente, vamos a la comisaría. Ahora soy yo que quiere ir.
–Les comunica. ¡Se siente esclarecido! Invita a uno de ellos a trasladarse en
su vehículo. (Luego de un cenáculo policial en la vereda, el patrullero
desaparece).
En
las dependencias de la Seccional lo hacen pasar a una habitación. Un policía
está detrás del escritorio; le pide que se siente, no habla al
principio y se muestra como distraído.
Finalmente
rompe el silencio:
-Yo
también tuve dos divorcios. –Comenta despreocupado mirando la puerta.
Ahora
el turbado es el visitante: “¿Cómo sabía este señor que cargo con dos
separaciones? ¿Me tira la lengua? ¿Es un ‘semblanteador’? ¿Qué pretende?”
Piensa. Finalmente se decide a contar el entuerto:
-¿Usted
conoce al psicólogo que escribe una columna en el diario…? –Le pregunta al
policía.
-Sí.
–Responde.
-¿Y
al equipo que trabaja con el…?
-Sí.
-Bueno.
Le cuento: hacen varios años, cuando recibí la primera notificación que me
obligó a salir de mi hogar inmediatamente y como no entendía nada de nada, fui
a ver a ese psicólogo; él dirige el conjunto de abogados y licenciados que
trabajan temas de violencia de género. Luego de leer la cédula que
recibí en mí casa, repasó detenidamente en voz alta la
acusación. Luego de algunos comentarios concluyó: “Tienes que pedir
mañana mismo el divorcio”.
(“Boda
y mortaja del cielo bajan”).
Y
continúa el experto consultado: “Podría ocurrir que pretenda declararte insano,
esto haría para quedarse con la administración de todos los bienes: propios y
gananciales; luego te buscaría un lugar para que vivas: Una extrañación”.
Dictamina.
(“Si
buen consejo tomara, otro gallo le cantara”)
“Es
conveniente que, mañana mismo, gestiones el divorcio; para eso puedes ver al
abogado..."
(“Metele
que son pasteles”)
Terminado
su relato espera que diga algo el policía. Callado, con gesto diferente,
permanece en el escritorio mirando la pared, pensativo… El
silencio se impuso. De pronto entra una oficial que le entrega, en mano,
un manuscrito de una carilla que lee en silencio (21). El
visitante pide ver la comunicación; “no es permitido hacerlo” responde.
-¿Sabe
quiénes están en la habitación de la izquierda? –Se confiesa el funcionario.
-¿Quién?
-La
señora, viene con su hijo desde el Complejo.
-¡¡Nooo…!!
¡No me diga! ¿Ella estaba en los locales? ¡¡Y por la mañana no puede!! ¿Y qué
hace aquí?
-Bueno,
ahora lo denuncia porque no cumplió con la perimetral, solicita que lo
arresten. –Silencio… Y continúa:
-Viene
con frecuencia a exponer contra usted.
-¡¡¡Otras
mentiras!!!
(“La
mano de Dios”)
-¡No
puedo creer! –Exclama el acusado.
-No
hace caso a la autorización que dio ayer el Juez para que usted sí pueda
ingresar por las mañanas y ella no.
-¡¡BUENÍSIMO!!
Incurre en “desobediencia judicial”, tiene prohibido concurrir por las mañanas.
Hoy es sábado y son las once y media. ¡¡No cumple la orden del Juez!!
-No
se haga ilusiones, no pasará nada…
(¿“La
letra con sangre entra”?)
La
despedida fue hasta cordial, solo falto el beso de cortesía. Con cien quilos de
menos, salió solo, sin custodia.
(“Poner
los pies en Polvorosa”)
Se
dirigió nuevamente al Complejo. Al ingresar lo llama uno de los inquilinos:
-Por
favor, venga. Entremos al estudio.
-Sí,
Como no. ¿Qué pasa?
-Cuando
usted llegó y fue para atrás, salió la Sra. y en la vereda comenzó a vociferar
en forma violenta un montón de cosas, uno de los tantos gritos, y que me llamó
la atención, fue: “¡Aquí no entra nadie…!” ¡Estaba desorbitada! No sé a qué se
refería. Después llamó por celular y apareció el patrullero policial con un
montón de agentes. Lo buscaban a usted.
(“Está
hecha un basilisco”)
-No
se haga problema, fui a la seccional policial y todo está solucionado.
Tranquilícese, ya terminó. Fui para explicar. Es la estrategia de la
otra parte: provocar violencia y luego inculparme (Proyección)…
-¡Sí,
sí…!
-Nos
vemos a diario por las mañanas.
-Me
quedo tranquilo…
"Decíamos
ayer…" (Fray Luis de León al regresar a la cátedra después de
cinco años de ostracismo impuesto por La Inquisición por traducir Cantar de los
Cantares del hebreo al castellano).
Pasados
pocos días y sin invocación alguna, recibió una bendición: el invalorable apoyo
de su primera esposa, abogada y jueza de familia que vino para acompañarlo con
su cariño, ayuda y saberes…
(Suenan
tambores Vudú invocando al Gran Bua)
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“Les
gens que vous tuez se portent assez bien”.
(Aquellos
que usted mata andan bastante bien. –Acto VI, escena II. “Le Menteur”-)
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(“Dios
no juega a los dados”- Einstein -)
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(“Renacer
de las cenizas”- Ave Fénix -)
(1), (2), (3), (4), (5), (6), ( ). En otro de los relatos.