Fotografía en blanco y negro.
Imagen de la mano en el hombro
no parece que moleste, ni deja
trazas.
Desenvuelta la figura sin colores
señalan lo que guarda:
¡esperanzas!
Son tesoros encubiertos.
Cejas curvas, ojos vivos, hablan solos:
son sagaces, penetrantes,
centelleantes;
en silencios, si demanda, si convocan.
Los conocí prematuros, por las tardes.
Son los labios que dibujan con sonrisa
y divulgan sus deseos, los que aguardan...
Gestos vagan en sus venas y averiguan:
lo que brota en todas las esperas.
Están los senos escondidos,
en otro aguardo,
y es la túnica la que oculta sus secretos.
El cuello, empinado,
cuenta su precepto:
esperanzas por amores que no llegan.
Brazos, sutiles, gráciles, anudan sueño;
y son las manos que sostienen
decididas
ese arco acerado de un candado, vigilante,
el que aguarda la fortuna y la pasión.
¡Sus tesoros hechiceros, encubiertos!
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