Lunes
1º de Julio de 1974
En Tucumán cumple
años la esposa de Edmundo Jiménez, Susana, hija del diputado nacional que nos ocupa.
Después del asado de tradición, en la
sobremesa, me arrimo al ex presidente de la Cámara de Diputados de la Nación:
Nicasio Sánchez Toranzo, hermano del general José Antonio. Ávido por escuchar a
un personaje importante en la historia política de Argentina, descubro en Nicasio
una franca disposición a narrar episodios vívidos en su larga trayectoria política
a partir de la formula Perón-Quijano; resulta una conversación amena con un
interlocutor simpático y llano. Surgió del coloquio, como no era menos, un
hecho sorprendente, increíble, poco conocido a pesar de su espectacularidad y
de la jerarquía de los testigos presenciales: se refiere a lo ocurrido instantes después de la muerte del Presidente General Juan Domingo Perón en la residencia de Olivos.
A las
10:25 Perón respira con gran dificultad: es un ataque cardíaco. El Dr. Augusto
Ceara lo conecta a un respirador. "Déjeme morir", implora Perón. Una hora después, como en tantos otros
casos finales, opera una recuperación pasajera al retomar un mejor ritmo cardíaco. (“La mejoría antes de la muerte”).
Es entonces, en el impase, cuando dos de los médicos salen a la habitación
contigua, donde están los más allegados al General esperando el irremediable desenlace.
Momento que aprovecha el Ministro José López Rega,,(1) que está
entre los que "velan", para pedir a uno de los médicos que lo acompañara afuera de la habitación y decirle, con la boca chica, al preocupado cardiólogo Carlos Seara: "Si lo sacás, te hago conde". El
estupor cunde entre los presentes; mantienen, no obstante, silencio ante
aquella desopilante promesa y las circunstancias extremas que viven.
Pero
falta lo peor: A las 13:15 se abre la puerta y aparecen los doctores Pedro
Cossio y Jorge Taiana quienes, pausados y solemnes, comunican el fallecimiento del Primer Mandatario de Argentina. López
Rega, por entonces Ministro del Interior, con ojos desorbitados y un rictus extraño se despoja del saco, y mientras
se arremanga la camisa, entra de improviso y a las zancadas a la habitación
del recién fallecido; levanta con furia la sabana que le abrigan los pies, le sube
el pantalón y descubre las piernas, abraza con sus manos y fuerza inusitada ambos tobillos mientras grita
desaforado: “¡¡Arriba mi General, usted
no ha muerto, el pueblo lo espera!!”. Repite, una y otra vez, siempre a los
gritos, la misma consigna hasta que dos de los médicos le ordenan que se calme y confirman: “Ministro, el Presidente ha
muerto”. La Vicemandataria a cargo de la presidencia, Isabelita, observa la
escena en silencio parada al lado de la cama…
José López Rega (apodado "El Brujo"). Perteneciente
a la "Secta Anâel", es el “Hermano Daniel” y autor, entre otros, del libro
“Astrología Esotérica".