Mamoré

   

 Mamoré

Los pájaros noctámbulos, la trova de los grillos
y el reclamo de cigarras trepadas al nogal
conforman el concierto de esa noche,
que se confunden con el croar de los sapos.

Las tinieblas abrigan la carretera solitaria.

Los arroceros cortaron la ruta esa noche,
reclaman mejores precios a sus esfuerzos.
En rumbo solitario, bajamos del transporte 
para remolcar, ruidosas, las maletas invisibles
que marchan rodando sobre sus ruedas.

Aletean  sobre nosotros las aves nocturnas.

La autopista se bifurca y nuestra intuición fallida:
volvemos sobre los pasos en brusca incertidumbre.
Avanzamos en las sombras buscando la otra “flota”.
¿Anticipo de nuestra meta, por lo prodigioso?

Ya en camino se despiertan el dìa y amanecen:
el Pueblo, su Río y la Reina de Ennin, acunándose.
Y el guía, y la cocinera, y la lancha selvática a motor.
El perfume de las frutas satura la intuición.

Camarotes y sus inquilinos, en cada uno, uno.

En la lancha, la rolliza francesa en proa eleva la popa.
El barquero va perdido en la maraña de la selva inundada
buscando desconcertado una salida cerca de la noche.
A otro barquero desorientado lo remolcamos hasta el río.

Con el vetusto catamaràn, en marcha lenta, vamos
al encuentro del Mamoré; bajamos calmos por el Ibare.
El afluente derrama su tesoro en el gran río encabritado.
Lo vimos majestuoso con su furia penetrar la jungla viva.
La Reina de Enin no pudo; desanduvo para volver a  su concierto.

Otra noche: la de los peces voladores que salen de la marisma
como flechas veloces entre el agua, la oscuridad y sus estrellas.
Son trazos Iluminados por la luna que refleja el espejo del lago;
fantasmales cabriolas en el aire con un marco de floresta oscura.

Con la luz del día, camalotes ambulantes discrepan en la corriente:
con verdes plantas, el marrón del Ibare, o el azul del Mamoré:
van navegando impertérritos, mientras nos bañamos en su corriente,
a salvo adentro de la cesta (tejida con piolas) venida de un mástil.

Agua bendita moja nuestras pieles, como al pescado  sus escamas,
y nos invita a quedarnos y saltar y sumergirnos como peonzas
con días de sol y noches de luna  en el agua pura de los bosques.
Al final, el perfume de la cena con las frutas venida de esos árboles.

Los peces se marchan en la crecida; solo pirañas para la cena.

  
 La memoria inquebrantable, en estilo adolescente,
va danzando como hechizos y se hunde en el repaso.
(Es poner rumbo  en nuestras mentes, antes vírgenes,
como los habitantes del río en los meandros y su torrente),


Y ahora… Mònica.

¿Podrías poner el nombre del árbol de las hormigas?
¿O los otros de donde saltan los monos del río?
¿O de los remansos con los ojos de linterna
de caimanes nautas nocturnos y huidizos?

¿Podrías poner tu santo y seña único
de aquel mundo de cauces desbordados,
canoas desfilando acompañadas de delfines,
serpientes navegantes, pájaros pescadores,
loros charlatanes confundidos en el follaje,
o simios fantasmales que aúllan por las noches?

(Todo custodiado por colosales arboledas espesas).

¿Podrías crear -de aquel mundo osado- un santo y seña?
Solo tu santo y seña íntimo e indescifrable
con el numero de aquel año, compañero del nombre elegido
debajo de tu alias con el @ punto com del espacio virtual.
¿Lograrías mandarme esto último para comunicarnos?
¡¡Podrás!!

Conserva la amistad impecable y única,
inviolable; solo nuestra en signos inmemoriales,
entre sombras y luces, entre el agua y la hojarasca.
Aunque no lo crea ni la misma selva, ahora nuestra.
¡¡Siempre nuestra!!

Por ejemplo, lograrías poner sin censuras:
2015-tangarana -"el palo del diablo"-:
nombre del árbol y sus hormigas protectoras,
que si te acercas saltan agresivas,
y que lo vimos simplemente tú y yo.

¿Recuerdas el atracadero sin barcazas en la rivera infinita?
¿Y al viejo cuidador del pueblo en la selva inundada,
enlodado, olvidado, que recogimos solitario y pobre;
 el que incorporamos en el trayecto? 

Bajó apurado y pensativo en "Puerto Almacén".
Con el dinero que le dimos ira a Trinidad.
Allí preguntara en el hospital:
quiere averiguar si su hermano ha muerto.